“Se ha llegado a una concepción nueva del poder, se ha llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas. Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una concepción que no puede tener nada que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra.”
Ernst Jünger
Lunes, 4 de Marzo de 2024
El gobierno cerró Télam. Algo cocinado a fuego lento por el macrismo sin que se hayan animado a hacerlo; hoy Milei toma la resolución ¿definitiva? asegurándose de que comunicacionalmente se vea shockeante: fuerzas de seguridad cercaron el edificio de la agencia de noticias por la madrugada. No deben quedar dudas, el gobierno sabe lo que hace, por qué lo hace y está decidido a llevarlo a cabo. Se avisó debidamente en campaña.
Leo importantes figuras del periodismo y la intelectualidad vernácula decir que ésto no se puede hacer porque es ilegal. Que el gobierno “no sabe” qué es Télam. Que es muy triste. Argumentos legales, técnicos. Argumentos morales. Son gente mala que quiere hacerle daño al país. No pasa de ahí. Una negación a asumir que las mayorías eligieron a un gobierno que dijo explícitamente lo que iba a hacer. Apelar a la extorsión emocional para evitar que se haga cumplir la voluntad popular. Lo veo medio estéril.
Ojo, yo pensaba que Milei no iba a poder hacer estas cosas, pero porque intuía que desmantelar estructuras estatales no implicaba necesariamente sacarlas de funcionamiento. O porque dentro de esas estructuras hay gente que es hábil negociando, utilizando el poder que confiere estar adentro de la máquina. Aparentemente no. Télam solo puede existir bajo el paraguas de “lo estatal”.
Una agencia de noticias es algo parecido a una red de inteligencia. Su existencia requiere algo más que una estructura jurídica, sino una red de personas altamente preparadas, que confían entre sí y que comparten un estado mental de gran capacidad de discernimiento. Hoy más que nunca, determinar qué es y qué no es noticia, qué es y qué no es verdad, es una habilidad que cotiza carísimo.
Sacar Télam del mercado abre el juego a nuevos actores, depura un monopolio natural y pone en consideración el tema de “la verdad”.
Los empleados de Télam son los primeros que deberían considerar cuánto valen sus habilidades, y ponderar si seguir poniéndolas al servicio de la patria, como alegan, o hundirse en el pesimismo, la pasividad política y esperando a que los demás le den la razón. No avivaré más porque a las horas de consultoría no las regalo.
Éste gobierno es muy fuerte. Libra batallas que sabe que le conviene dar. Incluso si las pierde, reafirma sus propios valores. Tiene pleno convencimiento de lo que está haciendo y no necesita que se le “debatan” las decisiones. No cierran Télam porque “no saben para qué sirve”. Lo hacen porque entienden que es más útil señalar la agencia como un reducto militante (algo que ya está instalado en el discurso público y que sería contraproducente querer refutar) y sumarse como “victoria” algo que genuinamente es costo 0. Los partes de información hoy por hoy pueden venir de Langley, no de San Telmo.
La oposición está negada a ver estos actos de guerra como tales. En consecuencia, sus respuestas ya dan a entender que no están dispuestos a devolver el golpe en el mismo nivel de conversación. Auguro mucha estabilidad política si ésta tendencia no se revierte.
Como cita un forista anónimo, recordando una línea de la serie Peaky Blinders.
“The only way to guarantee peace is by making the prospect of war seem hopeless”.