La condición para dejar atrás el golpe no es olvidarlo sino entender sus consecuencias, su finalidad.
Con él vinieron la mayoría de los problemas del presente: degradación de las fuerzas armadas, vaciamiento de los partidos políticos, introducción del narcotráfico, ongeísmo, uso indebido de los símbolos nacionales, secularización de la sociedad, destrucción del sistema educativo, centroamericanizacion de la cultura… se puede seguir.
Los artífices del golpe crearon un nuevo paradigma moral, camuflado detrás de la división política aparente, exotérica. Ese fue el hecho realmente político, el núcleo del Plan Cóndor: fraguar una división espiritual en el Pueblo Argentino para tenerlo controlado sin la necesidad de blanquear el status de colonia o “Estado Libre Asociado”. Les viene funcionando hace 50 años.
La Trampa es la división fraticida, el culto a los falsos dioses, la convicción de que no hay nada por lo que pedir perdón.
Intuyo que la complicidad de ciertos sectores de la Iglesia en éste proceso fue instigada para neutralizarla. Los fuertes sentimientos anticatólicos, que se exacerbaron post ‘83, casi que confirman mis dudas.
Y ésto es terrible porque pocas cosas serían tan reparadoras como el arrepentimiento y el perdón. Muertos prácticamente todos los responsables, no habrá justicia terrenal posible.
Pero la herida politica sólo puede seguir abierta.
Quien olvide lo ocurrido será víctima de enormes dolores sin entender su causa, porque esas divisiones (políticas, económicas) siguen vigentes y causan grandes daños al tejido social.
Quien recurra a la mentira como herramienta política, será reclutado por el Enemigo para engrosar las filas de los que serán luego tirados por la borda.
Quien elija ser parcial, sufrirá un inevitable castigo por querer estar por encima de la ley natural.
No hay atajos.